En español, la "d" al final de una palabra no es muda, y generalmente se pronuncia. Por ejemplo, en palabras como "ciudad" o "edad", la "d" al final se pronuncia. Sin embargo, en algunas variedades de español y en situaciones informales, la "d" final puede debilitarse o incluso omitirse en la pronunciación.
Respecto a la similitud entre el español y el francés en la lectura de las letras "g" y "q" seguidas de "e" e "i", esto se debe a que ambas lenguas comparten un origen común: el latín. Durante la evolución del latín al español y al francés, se produjeron cambios fonéticos que afectaron la pronunciación de ciertos sonidos.
Históricamente, en latín, las letras "c" y "g" tenían distintas pronunciaciones según las vocales que les siguieran. Ante las vocales "e" e "i", la "c" se pronunciaba como /k/ y la "g" como /g/. Sin embargo, en español y francés, esta distinción se perdió, y ambas letras pasaron a ser pronunciadas de manera similar ante todas las vocales.
Por lo tanto, las similitudes en la pronunciación de "c" y "g" seguidas de "e" e "i" en español y francés se pueden rastrear hasta su origen común en el latín y los cambios fonéticos que ocurrieron durante el proceso de evolución de estas lenguas.